(Aún antes de tampoco ir al grano)
Que
haiga verdad ¿nos preocupa? ¿Alegra acaso? ¿Asquea? ¿Entretiene? ¿Nos es
indiferente que nos sea indiferente? Sabemos de lo peligroso que es para el
viandante que circulen por la calle filósofos con signos de pregunta en las
manos. Tienen la forma de la hoz, la hoz de Martínez, la hoz de Stalin o bien
la hoz con la que cosecharán su siembra los adictos al bucolismo Heidegger. La
hoz de los bienes culturales, o –y– la guadaña de
La
verdad no es pero que las hay las hay. Bien, ¿y?
La verdad es una operación, no un criterio o un juicio. Al
Doctor le interesan las operaciones. La tesis de que la “clínica” es patafísica
no me importa. No me importa que no me importe, apenas es cierta. O así suena.
La tesis de Julián Torma es que la importancia no tiene importancia. Otra es
que la muerte es irónica. La tesis de Carlos Argentino Cavallo[1], de
que la vida no tiene importancia, no tiene nada que ver ni con el ser-para-la
muerte (aquella canción de Sui Generis) ni con la santificación del crimen.
Tiene que ver con… [No se escucha].
La diferencia entre patafísica adrede e involuntaria tampoco interesa. A Badiou
le interesa el interés desinteresado, por ejemplo. ¿Suenan muy chapuceros, muy
chotos, sus conceptos? Interesa sí que Lacan decía que Platón no decía lo que
pensaba. Decía otra cosa, escribía otra cosa. No me importa si no nos vamos
entendiendo. ¿O sí? ¿Cuál es la importancia de que la relación textual no
exista? [...ablando por el Orto]. Lacan con el barroco o los patafísicos con el
chistín… hacen pedagogía de goma. Elastizada. El dadaísmo era más afecto al
ridículo, quedaba un poco más cerca del expresionismo, te quería gritar,
asustar: ¿Quién dijo que no eran también pedagogos? La psicagogía, la
persuasión (peithó) se prodigan,
diseminan por todas las campiñas y redes de drenaje cloaco-mental. La pedagogía
es un estado de la mente, aunque la mente es una palabra horrible atendida por
sus propios dueños, los payasos de la analítica del lenguaje anglosajón; queda
bien nomás en un poema de Alberto Girri, al que pido que incluyamos en la lista
de aquellos a los que les será perdonada la vida por mi público. La pampa y la
pared son dos escuchas. Dos orejas sin cara. Puedo tipear sólo para ellas y
escribir los antifilosofemas más alegres esta noche. El límite es la
bambinización. El cu cu cu del lenguaje ferdydurkista. El niñito nischeano no
es el educando sino aquel sujeto por el cual el tal fuga de la paideia, aunque esa fuga se llame paidia, juego de niños. El autor del Poema del Ser de Parménides era Perinola
(Aira). Capaz –como se dice– que Platón tenía prurito patafísico, pretensiones
patafísicas. Que ambos –platónicos y patafísicos– sean tomados por cómicos ¿qué
es?: ¿cómico, trágico o x? Al “divino decir sí” de Nietzsche no le importaba
“salir del lugar de boludo”, estaba en otra: huía para adelante, la evasión al
revés, expansiva, de la llamada voluntad de poder o la agresión sin odio, ¡sin
esperanza! Hasta mañana. Mañana escribiremos sobre seguir haciendo el idiota
por escrito.
Hoy es
mañana. El subibaja que propongo es entrar al quinismo por el cinismo y al
cinismo por el quinismo y lo mismo salir. La víctima que pedimos como
receptor-lector se preguntará en sus afueras: ¿Soy cínico? ¿Soy quínico? El
otro subibaja es en cambio el que tiene de un lado a la antifilosofía y del
otro a la sofística. ¿Soy sofista o antifilosofo? (para preguntarlo hay que
impostar la hoz). No olviden estos ejercicios teatrales. No me olviden como
actor ausente. ¡Soy el autor! Volvamos, hijo, a Lacan, para salir lo antes
posible. Mi pregunta es por la antifilosofía porque me da gracia la palabra y
me gustaría titular a estas conferencias de la lora –de su khôra, concha: lejanía, hablamos por carta: curso por carta ¿no?–
como ANTIFILOSOFÍA & CINISMO, ¿no está bueno? No versaremos sobre
sicoanálisis, esquizoanálisis, boboanálisis. Al dirigirnos al idiota… nos
dirigimos al idiota. ¿Por qué los franceses, no? ¿Por qué la cultura argentina
no dejó de ser nunca una parodia demasiado piadosa de la francesa (en forma de
recepción-comentario)? Porque la cultura francesa se hace cargo de los parias
del mundo y sus inescrutables pretensiones magnánimas: la megalomanía de los
codeados fuera. Señorones académicos y a la vez best sellers mundiales que hablan en nombre de los locos, los
esquizofrénicos, los oprimidos, los excluidos, qué loco. El sistema del saber
alemán va prendido al nazi-fascismo, el norteamericano-británico a la
democracia-capitalismo, los soviéticos se llevaron el marxismo. Los pobres
franceses despojados de sus colonias, reducidos por la guerra mundial se
desquitaron dándonos a los argentinos de comer su filosofía y su ciencia en la
boca. De un Imperio que fue a un Imperio que no fue (un francés, Malraux lo
dijo. Buenos Aires. ¡Buenosayres! La capital de un Imperio que nunca existió. Y
mi culo está apoyado en Rosario,
Intervención
del doble de riesgo de otro filósofo:
… Si Platón no escribía lo que
pensaba y el platonismo –según apunta Badiou– es el
nacimiento y la muerte de la filosofía –en el mismo movimiento en que revela al
uno– podremos conjeturar que estamos en un problema,
embrollo. La filosofía vendría a ser ese suspiro histórico, ínfimo en sí mismo,
cuyo marco fue una ironía. Hay un libro español dando vueltas por ahí dedicado
a la tesis que sostiene que Borges era platonista. Y lo esperable era tomarlo
por un partidario de lo que más o menos se puede llamar nominalismo, o tal vez
un empirista radical en la línea de Hume, con matices a veces llamados
“idealismo” v. gr. de Berkeley o
Schopenhauer. De hecho Borges construía castillos platónicos de juguete que se
presentaban como meros decorados; es el concepto de la “literatura fantástica”,
una de cuyas ramas –en este caso presuntamente crecida de manera involuntaria– es
eso que se oye como realismo, racionalismo: sistemas de proposiciones librados
a falta de verdad, con la advertencia en este caso, siempre señalada, a la
manera de los carteles o las señales de tránsito, de su jerarquía de artificios
o ficciones. Un platonismo de juguete, de mentirita, infantil. ¿Platón era
borgeano? En realidad no quisiéramos entender; de todos modos: no entendemos…
Nosotros, en situación similar, no escribimos tampoco lo que pensamos. ¿No queremos,
o no podemos? ¿No es esa situación universal?... Curiosa ampliación platoniana
de la “ironía” socrática. ¿Entraríamos en la región macabra y acaso
transhistórica del cinismo “moderno”? ¿O se trata apenas de ese sistema piadoso
de la mentira, mencionado en La República,
inadvertidamente ampliado a la estructura misma del gran sistema, como si ya la
metafísica platoniana operara de antemano como debía operar el Estado con sus
súbditos? ¿Obraba Platón como obra el cristianismo según los diagnósticos de S.
Zizek en El títere y el enano?
Nietzsche no se cansaba de enseñar que Platón era un mentiroso, vale decir: nos
quería hacer creer lo que no es verdad. ¿Que encima no era lo que pensaba?
(Derrida: siempre será imposible probar en sentido estricto que alguien ha
mentido). En fin, la criptomancia no importa, es un plan de lectura... que
continúe, que ocurra, o que ocurra su fin. El problema de todos modos es
encontrar el grano. Si éste estuviera, bien, podríamos ir a él. Pero acá
estamos. Estancados en seguir. Apenas pido no ser tan entendido. Al trabajo lo
hago para mí. Ud. haga el suyo. El sistema de Platón tiene un componente de
mentira, una dimensión de puros mitemas. No se lo puede leer al pie de la
letra. O sea, Platón iba más allá de los Maquiavelos, de Platón mismo incluso,
más allá de aconsejar la mentira en los casos pertinentes. Impunemente, mentía.
En su esquema del mundo una parte es no sólo falsa sino un falso testimonio.
¿Se dedicaba a la manera de Menard a propagar las ideas adversas a sus preferidas?
A los fines de Nietzsche, se lo puede despachar como un mentiroso integral
dedicado a la fabulación de un mundo por entero falso. En los usos de Lacan,
que coqueteaba con el platonismo, con la palabra ciencia, y peor con la palabra
matemáticas, siempre en tren de confusionismo revelador y algo menos, que decía
“Platón es lacaniano”, etcétera, la sindicación de un ejercicio de la mentira
de parte de aquél se entiende de otra manera: Platón formulaba mentiras
parciales, tramaba la mentira en medio de las verdades. En realidad, ni idea de
qué quería decir el Astrólogo de París. Con estos muchachos estamos en un
atolladero y no sabemos para dónde agarrar. Queríamos pasar por acá para poder
pasar de largo. (Retírase por foro)
[1] Indudablemente
el mayor poeta de todos los tiempos.
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